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Introducción a la Recarga de Cartuchos Metálicos
Por Abel A. Domenech

Recargar un cartucho, significa "reciclar" una vaina (después de haber disparado un cartucho de munición "factory" u otro cartucho recargado anteriormente) para transformarla en un nuevo cartucho, armado por el mismo aficionado al tiro.

Si bien existen personas que se dedican también a recargar cartuchos en forma comercial,
el presente trabajo, al igual que la conferencia a la cual acompañan estas páginas, enfocan el tema desde el punto de vista deportivo, y del aficionado que recarga munición para su uso personal.

Con la aparición del cartucho metálico de percusión central, hace ya unos 150 años, nacía también la posibilidad de su recarga. Posibilidad que respondía a una imperiosa necesidad existente para muchos usuarios de armas de fuego, alejados de los poblados, y de las posibilidades de aprovisionarse con facilidad, de munición. La recarga ofrecía una solución al problema, y una ventaja adicional y todavía vigente: un menor costo.

Hoy en día, la posibilidad de recargar sigue tan vigente como entonces. Esto es especialmente interesante para nosotros los aficionados argentinos, considerando las dificultades económicas que estamos atravesando, que convierten a la recarga en una solución práctica para poder seguir adelante con nuestra pasión por el tiro deportivo.

La recarga fue desde siempre, una opción insoslayable para tiradores que consumen grandes cantidades de munición, en sus entrenamientos y competencias, como sucede, por ejemplo, con la modalidad de Tiro Práctico, por ejemplo.

En la actualidad, la reducción de costos de munición es buscada por todos, lo cual hace que muchos tiradores contemplen la posibilidad de volcarse a las filas de los recargadores. En este sentido, según el calibre, y los componentes utilizados, se puede afirmar en forma general, que puede esperarse que el costo de un cartucho recargado, sea de alrededor de 1/3 a 1/4 del costo de uno similar "factory".

Debemos tener en cuenta, sin embargo, que la recarga ofrece otras muchas ventajas y atractivos, más allá de las económicas: nos posibilita estar más tiempo relacionados con nuestras armas, y conocerlas más íntimamente; nos permite obtener munición para armas antiguas o de calibres obsoletos, o preparar cargas adecuadas a necesidades específicas, como tiro de precisión con arma corta y larga, tiros más suaves para prácticas, etc.. También nos permite extraer la máxima precisión de nuestro fusil, revólver o pistola.
En este sentido, para muchos tiradores, la recarga es la búsqueda de la perfección - o quizás mejor: la optimización- en la combinación arma-munición que poseen.

Algunos tiradores todavía no se deciden a iniciarse en el tema, ante la falsa imagen de que la actividad es compleja, que se requiere una gran inversión en equipo, o que supone riesgos y peligros. Nada de eso es cierto. Cientos de miles de aficionados trabajan a diario, con total seguridad, preparando su munición para dispararla en las prácticas o competencias en que participan.

El equipo mínimo necesario, comprende una prensa, un juego de matrices o "dies" para el calibre que se quiere cargar, un shell-holder, y un juego de cucharitas para dosificar la pólvora. Una inversión adicional, muy recomendable, incluye una balanza especial, y una tolva para pólvora. El único gasto posterior a la inversión inicial en equipo, serán los componentes: puntas, pólvora y fulminantes.

Afortunadamente, todos los equipos son fácilmente encontrados en las armerías de nuestro país, y la mayoría de ellos, excepto las balanzas, son fabricados localmente, sumándose con una excelente calidad y precios ventajosos, a los tradicionales equipos importados que todavía se encuentran en plaza, entre las posibilidades de los aficionados.
El único problema a resolver por quien se inicia, es el del lugar dónde trabajar. Sin embargo, este no es un problema insalvable: aún quienes viven en un departamento, pueden desplegar su equipo sobre una mesa plegable, y guardar todo en una caja de herramientas al terminar.

Todo el concepto de la recarga, se basa en la vaina, que es el único componente que nos queda después del disparo, y seguramente, el más costoso. Prácticamente todos los procedimientos, se centran en ella.
Debemos recordar, que la función de la vaina, es doble: por un lado sirve de "contenedor" de los demás componentes. Y por otro lado cumple la importantísima misión de actuar como "sello de gases", impidiendo una pérdida de los mismos hacia atrás, y canalizándolos con un aprovechamiento máximo, hacia delante, impulsando a la bala hacia el interior del caño, y posteriormente hacia el aire y el blanco.

Para este último fin, al efectuar el disparo, la vaina debe expandirse contra las paredes internas de la recámara, sellándola, y una vez que el proyectil abandona el caño, la vaina se contrae lo suficiente como para que la misma pueda ser extraída de la recámara, para repetir el ciclo de alimentación del arma.

Sin embargo, la vaina no vuelve exactamente a las dimensiones que tenía antes del disparo. Por lo tanto, es necesario recalibrarla, para que pueda entrar en recámara sin inconvenientes, y pueda sujetar una nueva bala con tensión suficiente en su boca. Adicionalmente, tenemos que efectuar algunas otras operaciones adicionales, antes de poder volver a cargarla con pólvora y colocarle una nueva bala.

El procedimiento es muy sencillo: se debe llevar a la vaina usada -que, como hemos visto, se ha expandido durante el disparo- a sus dimensiones originales, mediante su recalibrado. Se debe quitar el fulminante usado, y colocar uno nuevo en su lugar. Luego llenamos la vaina con la carga de pólvora recomendada en las tablas de recarga, y finalmente colocamos una punta nueva… ¡Y listos para ir al polígono

Respecto a las dudas que pueda tener quien contempla la posibilidad de iniciarse en esta actividad, respecto a la seguridad, digamos que, si bien es cierto que estaremos trabajando con elementos delicados como pólvoras y fulminantes, no existen mayores peligros si lo hacemos con un mínimo de cuidados y sentido común.

Trabajar y guardar nuestros elementos, lejos de fuentes de calor o fuego directo, y seguir estrictamente las recomendaciones de los manuales de recarga, y de los fabricantes de equipos y componentes, salvaguarda al aficionado de riesgos mayores. La recarga es una actividad sumamente segura, pero que requiere de la misma atención y responsabilidad que siempre debe tener todo tirador.


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